miércoles, 12 de agosto de 2015

TULIPANES PARA RAQUEL IX



El inspector Pizarro decidió realizar las preguntas en una pequeña sala de interrogatorios. Dado el estado nervioso en el que se encontraba Raquel, no le permitió acompañarles, y decidió dejarla reposando en la sala de antes, junto a una compañera, para que se sintiera más segura.
-Entonces es usted escritor…repitió Pizarro sin apenas mirarle a la cara, revisaba unos papeles que tenía sobre la mesa con mucho interés.
Estaban sentados uno en frente del otro. Pietro muy asustado. Recordaba todas aquellas películas y series de policías donde el acusado siempre acaba muy mal.
-Ya ho risposto si… ¿Qué es todo esto inspector?
-Eso mismo le pregunto yo a usted señor Tognazzi ¿a que está jugando?
Los ojos pardos de Pietro se volvieron vidriosos, temerosos…Pizarro podía ver en ellos todo lo que estaba pensando en ese momento. Son tan transparentes los cobardes.
Raquel, tras la tremenda tensión nerviosa vivida, y a pesar de su desconcierto por el interrogatorio a Pietro, consiguió adormilarse un poco en su asiento. Además, la policía que la estaba cuidando tampoco hablaba demasiado, parecía más contrariada que otra cosa por esta allí, así que optó por intentar relajarse todo lo que pudiese.
-…No...no...sé que quiere decir inspector…Io…Io-a Pietro le temblaban los labios ,no los podía controlar, su piel, siempre bronceada, había adquirido un color níveo un poco desagradable.
Pizarro lo miraba con una frialdad casi indescriptible, no movía un solo músculo facial mientras esperaba una respuesta coherente. Era de esos hombres que no cesaba hasta conseguir lo que buscaba. Y Pietro lo estaba descubriendo.
El sonido desagradable de una voz susurrante despertó a Raquel de su pequeña siesta. No entendía muy bien lo que le estaban diciendo, solo escuchada un odioso siseo…apenas consiguió abrir los ojos, se encontró pegado a su rostro el de un hombre poco agraciado, y sin un solo pelo en toda la cabeza y cara…su acosador la había atrapado.

viernes, 31 de julio de 2015

Tulipanes para Raquel VIII


-¿Quien es usted?- preguntó con firmeza Pizarro sobresaltando al siniestro rostro, que huyó en milésimas de segundo.

El inspector corrió tras él. Raquel se incorporó bruscamente, sintió un ligero mareo y se abrazó a Pietro con todas sus fuerzas.

-Che c’ è piccola?- preguntó el siciliano con dulzura mientras le acariciaba el cabello- forza! Tienes que estar fuerte, tú puedes pequeña.

-No entiendo nada, me siento muy perdida- susurró con la mirada fija en un punto muerto-No lo entiendo.

Raquel era una mujer fuerte, luchadora, no se daba por vencida con facilidad. Sin embargo, el no comprender a que se enfrentaba, la debilitaba hasta el punto de hacerle perder la cabeza. Sentía latir el corazón de su amigo, mientras lo abrazaba como una niña se abraza a su padre, cuando se despierta de una pesadilla. El tic-tac le tranquilizaba…una música sencilla pera llena de significado, el pasar del tiempo, la vida que te habla, el calor del cariño…De repente algo en el bolsillo interior de la chaqueta de Pietro le llama la atención. Un papel arrugado, parece una foto guardada a toda prisa. No lo tiene claro pero parece una de las fotos que le había hecho  el perturbado que le acosa. Agudizando más la vista, le parece estar en una postura bastante inadecuada, mientras duerme… ¿Cuándo se ha guardado la foto? ¿Por qué no la ha entregado como las otras? Estaba a punto de hablarlo con Pietro cuando irrumpió en la habitación el inspector Pizarro. Intentó disimular un gesto de desaprobación cuando los encontró abrazados. Pizarro no entendía muy bien lo que le estaba sucediendo con Raquel…pero no deseaba dejar de sentirlo.

-Perdone...

-Signor Tognazzi- dijo Pietro al comprobar que se dirigía a él

-Señor Tognazzi ¿es usted escritor?- preguntó con una mirada de antipatía que no trató de ocultar en ningún momento.

Pietro se separó de Raquel  extrañado por la pregunta. Ella notó que algo desagradable estaba a punto de suceder.

-Sí- respondió Pietro con un hilo de voz.

-Debo hacerle algunas preguntas- casi rugió el inspector.

Raquel  sintió un nudo en la garganta…
 

miércoles, 8 de julio de 2015

Tulipanes para Raquel VII





El inspector Pizarro vio como el rostro de Raquel palidecía de repente. No le dio tiempo a preguntar la razón.

-¡Me encuentro mal, me encuentro mal!- comenzó a gritar Raquel, echándose las manos a la cara y sin dejar de temblar.

Entre Pietro y Pizarro la agarraron en volandas para meterla en uno de los despachos vacíos de la comisaría. La tumbaron en la mesa para poder colocarle las piernas en alto, segundos antes habían notado como se desvanecía definitivamente. Pizarro le mojaba el rostro con la mano, de una manera delicada. Pudo fijarse más de cerca en las facciones de Raquel. Dulces y armoniosas. El cabello ondulado, abundante, cobrizo luminoso. Todo le parecía hermoso en aquella pequeña mujer asustada.
Raquel volvía poco a poco en si.

 - Es un policía…- susurró cuando pudo hablar.
      - ¿Qué dices?- le preguntó Pietro mientras   ayudaba a que se incorporase, muy lentamente.
-   ¿Policía?- repitió asombrado Pizarro mientras se secaba las manos con un pañuelo- ¿Cómo lo sabe?
  - Porque acabo de verlo aquí mismo-respondió mirándole con cierta rabia, Pizarro sintió que le estallaba el corazón. Los enormes ojos de Raquel, llenos de ira, le parecieron dos planetas en plena colisión. Una belleza.
- Eso no puede ser- acertó a decir el comisario cuando recobró el aliento- Le exijo que hagamos ese retrato robot que habíamos mencionado antes de su desmayo, lo que está sugiriendo es muy grave.
- ¡Muy grave!- gritó a punto del llanto

Pizarro deseaba poder consolarla, pero fue Pietro quién la abrazó. El inspector comenzó a sentir una fuerte antipatía hacia aquel italiano tocón.
Toc- toc…llamaron a la puerta. Un rostro siniestro se asomó asustándoles a todos…

miércoles, 17 de junio de 2015

TULIPANES PARA RAQUEL VI




El inspector de policía revisó algunas, de las cientos de fotos, que había en la caja que dejaron en la puerta. En todas Raquel realizaba sus actividades diarias. La más inquietante era aquella donde aparecía durmiendo en su cama. El inspector intentó disimular su gesto de preocupación cuando la vio.
Raquel tenía la sensación de estar observándolo todo fuera de su cuerpo. Aquella no era ella ¿cómo iba a sucederle algo tan horrible? “Estas cosas nunca te pasan a ti”- pensó- “siempre a los demás”. Quizás sea una pesadilla ¡sí! “Ahora me despertaré y reiré de todo”- casi musitó.
-      ¿Estás usted bien?- preguntó el inspector sorprendido al verla sonreír.
Se sobresaltó. Suficiente para volver a la cruel realidad.
-      Sí…- respondió no muy convencida.
Pietro no le soltaba la mano.
-      ¿Se ve usted con fuerzas para darme la descripción del desconocido que le habló en la calle?- volvió a preguntar el inspector con un tono muy amable.
El inspector Pizarro se estaba comportando de manera muy tierna con Raquel. No era una actitud normal suya, pero aquellos enormes ojos asustados le habían llegado al corazón. Ella, a pesar de estar sometida a un gran estrés, se había dado cuenta. Aquel hombre alto, corpulento, cincuentañero y con un cierto aire a Marcelo Mastroianni, le  hizo un poco más agradable su visita a comisaría.
-      Puedo hacerlo- casi exclamó Raquel finalmente.
Esbozó una nueva y leve sonrisa, que se congeló, cuando vio al hombre siniestro, que le preguntó por la calle del pez, vestido de policía…

sábado, 6 de junio de 2015

Tulipanes para Raquel V



La taza humeante temblaba entre sus manos. Le costaba un mundo acercársela a los labios y beber un sorbo. Pietro la miraba muy preocupado. Jugueteaba sin parar con su pulsera marrón de cuero mientras dudaba si llamar o no a un médico.


_Estoy bien- acertó a decir Raquel- es solo que necesito pensar…
-Senti cara, en realidad es mejor que descanses- respondió quitándole la taza de entre las manos, estaba a punto de derramar el té.
-¿Descansar?- dijo mirándole aterrada- Tengo mucho miedo…me siento demasiado confusa como para poder descansar… ¿hay en mi vida un acosador? ¡Cómo ha podido ocurrir esto!
Pietro la abrazó fuerte, ella dejó caer su cabeza en el pecho de él buscando cobijo, protección…una vez más igual que una niña pequeña. De pronto llamaron a la puerta., ella se sobresaltó y él la abrazó aún más fuerte.
-Dai, tranquila – le susurró- será una venditore, non apriamo…sono con te, tranquilla.
Pero volvieron a llamar con cierta insistencia.
-      Voy a abrir- dijo Raquel tras desenredarse del cuerpo de Pietro.
-      - No- la detuvo- no te muevas, faccio Io…
Cuando Pietro abrió no se encontró a nadie al otro lado de la puerta. Quiso ir hacia la escalera, pero tropezó con una caja que casi le hizo caer. Alguien la había dejado en el suelo. La abrió.
-      ¿Qué pasa?- preguntó Raquel inquieta.
Pietro no supo que decir.